LA TORMENTA
Y comienza
creciendo la intemperie
dentro del corazón.
Se levantan los brazos del mar
agitando las velas desgarradas,
y todo a la deriva.
Se tambalean los bultos enormes y mal atados
de los recuerdos,
se desplazan por la cubierta abarrotada
los toneles rotos de la prudencia
y las cajas mal cerradas de las viejas heridas.
El viento convierte en papel
el duro trabajo de años en los astilleros de la vida.
Y el cielo con todos los colores de lo oscuro
bramando por encima de nosotros
en evidente desamparo.
Y sólo ha sido el perfume que él llevaba
y que ha vuelto,
por sorpresa,
dios sabe desde qué chaqueta desconocida
al fondo del autobús.
OBSTÁCULO LÍQUIDO
Endurécete y si te atreves mar espía,
déjame rasgar el azogue gastado
que te regala la aurora / de un lado o del otro/
y los despertares de tus labios blancos,
apenas puedo apreciar tu belleza
obstáculo liquido
sin pensar en la otra orilla
…estás en medio, congelando mis deseos
de atravesar todos tus azules.
Miro… no hay horizontes
y me hundo en tu insípido cuerpo
…mientras algún número vuela
invisible por tus narices borrascosas
….mi teléfono suena con su eterna melodía de ola
y desde el otro lado siento voces de sal.
Abel Davila Sabina
LLUMINÀRIES CONTRA L'OBLIT
La flaire de la teua carn,
viril i arriscada,
que nuguen covards
a les brases intolerants
de la força cega,
és pols sideral de mil colors
perfumada,
cada crit de dolor esdevé
una victoriosa estrella,
torrent de focs incandescents
com un mosaic de festa.
com un mosaic de festa.
Lluminàries contra l’oblit,
llàgrimes d’admiració,
el cosmos celebra la teua proesa.
Josep Micó
LINEAS PARALELAS
Aran las olas
campos de espuma
siguiendo
las líneas de humo de una exhibición
aérea.
Son
estelas que se borran,
allá abajo,
en la mirada límbica
de los niños que observan,
o más abajo,
en las cuencas sin ojos
de las conchas
que me interrogan.
Y más abajo,
mi pie.
Enterrado en la arena,
deja de mirar. Siente
envidia de las olas, de las aves.
Carles Santaemilia
El mar
la marea
el oleaje
tu mirada
en la noche el mar en
tu mirada
las estrellas
nosotros
los dos solos
y yo enhebrada
a tu mirada.
SAN LORENZO
Sobre el ara de esta pira
en pura entrega
ardo
mi cuerpo se consume.
Enciende la noche
el chispear de una carne
que nació para ser luz.
Ya solo soy un fulgor de estrellas.
Todo mi ser al rojo vivo.
Mila Villanueva
I
La estrella araña el aire
en su trazo sediento hacia el océano
su cuerpo aborda el agua
y entre la sal
se disuelve vestida de extrañeza.
Una brecha en la bóveda celeste
y en la sístole
resuena el arco el eco ardiente del verano.
Su trayectoria roza
la noche germinal la voz del vuelo
el racimo de nombres el poema
su galope sus ondas su cobijo.
Trae la estrella fiereza en su caída
sobre los hombros del viento
sobre el anhelo tatuado.
Polvo de luz que cede al mar su asombro
su delgadez su estrecha vestidura.
Polvo de luz que preña sus entrañas.
II
Pedías fuego y mar y en lo oscuro
los bordes desmayados
la puntilla de las olas en la arena
la fiel fotografía del instante.
Pedías fuego y mar y estrella
la hipérbola en el cielo
de antigua ley gravitatoria
un arco como abrazo como dorso
y una luz que hiera tu rutina.
Pedías fuego
y de las manos
en el texto plateado del mar
el bautizo fugaz de las palabras
por una estrella fértil.
María José Pastor
LA ISLA
Fue un conjuro de amor y pirueta.
Te asomaste a mis ojos, y tu cuerpo
rodó por el precipicio de mi cuerpo
como una naranja con sueños abisales.
Muy pronto me llenaste de migas
que siempre habrían de comerse los pájaros,
y sin dudar te abriste paso en mi cordura
con tajos secos y profundos.
La paciencia del superviviente
te obsequió con el fuego, y mi pecho
hasta entonces oscuro
fue una antorcha de fuegos artificiales.
Inventaste una canción para silbar
en aquellas silvas espesas y salobres.
Una tarde azul me diste un nombre
y no has vuelto a mirar al mar.
A veces siento un dolor tornasolado
que me empuja a apagar todas las luces.
Espero en silencio que mis ojos te desalojen
o que dejes de mirarme tú,
mi único y esforzado habitante.
Ana M. Pérez Díez
EL GRITO SILENCIOSO
Es el saber dispuesto de mi templada edad
quien da su tenue rito. Anudo los retazos, el borde
de lo propio, quedamente, para envolver proyectos
al ritmo matizado de las horas. Poco más
que un pensador absorto con las nubes, tutelo la intemperie
con el profundo agrado de las meditaciones
y la actitud desnuda que oberva el infinito.
Modestas claves bastan para obrar maravillas,
-fulgores con escala, rarezas
con desvelo-, todo el brillo del brillo de un instante
inmenso en su fascine, sencillo en su naciente gradación.
Las alas que aún perseveran.
No sé de lo que veo, escucho con oídos incapaces
mientras despliega el astro
su pulso de relato material
un grito intrascendente de la tierra, la coma
en la cartografía de páginas escritas
su infinidad de pliegues sosegados, quietos, mágicos
de sensaciones.
José Morán
La Vía Láctea
Deshabitada
la noche
bullía de jazmines y grillos.
Él era el maestro
y no había luna.
Os mostraba el brazo de la espiral
que nunca volviste a ver tan nítida.
Ínfima y remota
como una estrella del camino blanco
te espantaron
los sueños complicados de los hombres.
Te encogiste pensando
que no tenías importancia
que nunca serías sabia
que nunca serías.
Marian Lledó
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